3.10.11


Rivadavia y más allá.
Caballito
Hidalgo y Yerbal, cueva de ángeles.
El cielo en los ojos, el corazón en la mano.
La musa, los miedos, las mentiras infectas,
los soles, la mierda, la puta valía de un alma entera.
Tanta sonrisa, tan pocos oídos,
tanta desconfianza en un frasco tan chico,
tanto amor saliendo de la boca,
tanta bronca brotando por los poros.
No se puede correr contra el destino,
ni se puede apurar la rueda de la fortuna.
Un mal negocio con los muebles del amor.
Porque se huele mejor mentirse verdades inventadas
que ver madurar un reloj pulsera,
y yo prefiero consultarle al viento
antes que escuchar la envidia ajena.
Y cuando quieras saber que fue de mi,
no me preguntes como estoy…
Preguntá por vos,
voy a estar golpeando la puerta de un nuevo adiós.

11.8.11


Abre sus alas cobijándote,
llena todo de amor el angel terrenal.
Con sus ojos pinta el cielo
o la mas negra noche frunciendo el entrecejo.
Abre la puerta para ir a jugar,
y la historia particular le embarulla el presente.
Endulza y eleva, y te lleva de la mano a recorrer el edén,
o te baja a sus infiernos para jugar con él.
La noche le desanda una muerte lenta
de un corazón fuerte como casa de adobe;
la mañana le abre las ventanas del alma
y se resiste a entender.
No cabe la pena en la comisura de sus labios,
pero la vive tan a flor de piel
cuando una duda la pasea por la calle desilusión.
Deja la huella de sus besos,
las marcas de la pasión tatuadas en el lomo,
y regala un puñado de angustias cuando se escuda en el invierno.
Y cuando el frío se hace amo y señor,
su dulzura queda a mitad de camino,
esperando que le abriguen la soledad.

24.6.11

No abandona la lucha, la pelea hasta el final.
Cansado ya de caer va con la cabeza gacha
y la certeza de saberse perdedor.
Vuela bajo, carretea,
le teme al olvido y el destierro,
y se arrastra por un pedazo de amor.
Un miedo como escudo
y un te quiero por bandera,
armas rancias, mustias, sin valor.
De mudanza en mudanza
deja el barrio cada tanto,
empujado por sus pestes
y una bolsa con fracasos.
Quiere habitar donde el amor
y se queda en el umbral,
por dormir con el dolor
solo guarda soledad.

26.5.11

Como caminar con la piedra de la vergüenza.
Como andar sin dejar de desconfiar
cuando le jugaste un pleno
y lo echó todo a rodar.
Cual es la cura del mal,
cual el botón que te hace el marulo parar,
porque da vueltas como una perinola
en la que siempre tenés que garpar.
No se bien si voy, si ya fui,
o si volví.
Solo se que ningún crimen cometí,
y sin juicio, ni final,
la condena siempre está.
Y asi juego, sin rival...
y ya casi sin las ganas de jugar.

17.4.11

Dificil que salgan palabras
cuando se abroquelan en la puerta,
frías, duras, con llaves,
pero impávidas y llenas de dolor.
Verdades antedichas
caminando de la boca para afuera,
que ya sin amarras hacen doblar las campanas.
Una cuenta que da siempre positivo,
que no marca en el deber
quien suma o quien resta
en esta ecuación de la vida.
Un pasaje, otro mas,
con las marcas del fracaso en el lomo,
con el sello del adiós anticipado,
con olor a lluvia que presagia una tormenta
y el tatuaje de un no te quise querer.

7.3.11

Rechazo invitaciones de la muerte,
ya no se como decirle que no.
Que no quiero ni me interesa.
Insiste. Puta, viva, garca, loca.
Mete púa, siembra cizaña,
nunca con cartas, siempre con trampa.
Maneja los tiempos.
Planchazos al pecho sin quebrar,
te deja la marca de los tapones de aluminio.
Te miente en estrellas,
te baja la luna,
se echa a reir,
y después se va…
hasta la próxima vez.

27.2.11

El mismo juego,
un nuevo desafío.
Nunca las mismas reglas.
Princesa de mis días,
el otro desvelo de mis sueños,
la segunda apuesta siempre a ganador.
Cinco años de caminar juntos,
de andar de la mano,
de desandar principios,
de jugar a los finales.
Otra aventura, otra rama
otra materia en la carrera sin fin.
Otra mirada, otro vos,
las mismas ganas de entender mi voz.
El cielo en la tierra…
el ángel en mis manos.
Cinco años…
…de no querer irme algún día
sin armar la guerrilla con ella.

19.1.11

Saberlas grandes,
ramas de mi,
que te hagan doler placenteramente.
Verlas crecer,
regándolas de libertad y vida,
te devuelven paredes en el fulbo del amor.
Te duele, y como duele,
que no te busquen en las sombras,
pero te engalana que hagan su propia revolución.