
En la contra me agarraron mal parado.
Me amagaste, y te quedaste en tu olvido,
llenándome la canasta de recuerdos,
que me ganan por goleada cada día.
Y no escucho el parloteo que me chamuya el marulo,
y me dice que soy fácil,
que no largue el parche,
que ahora miro de afuera
por alucinar con tus ganas de sentirte una muñeca brava.
Este otario de buenas intenciones
quiso cantarte al oído que encendieras el fuego,
pero en el desafinar de la vida
se quedó tecleando y pensando en tus labios,
deseando tu cuerpo,
yirando por Buenos Aires
tarareando un viejo blues.