Historias rejuntadas así como sin querer en la calle, un café, o un bondi, de una forma que nunca intenta ser poesía, porque la vida no lo es. O si, según se mire con los ojos cerrados. No todo es autorreferencial, pero todo es mio, nuestro y tuyo si así se siente...
23.1.08
Medio loco, poco cuerdo,
algo otario, casi enfermo.
Su llanto de mujercita tiene dolor, ira y rabia,
aunque a veces lagrimea como renguera de perro,
y canta con filo en la lengua
su ternura no mengua,
ni para darme salida, ni a la hora de la tregua.
Y aunque su bronca me pira,
no abandono la pelea y me lleno de humo el pecho,
para no tragar más llanto.
Me quedo medio de canto para no morder el pasto
pero duele, y como duele,
masticarse tanta mierda.
Ni la distancia más onda, ni el amor de una Victoria,
pueden sacarme del alma la espina de la memoria,
que me dice que me pierdo sonrisas, juegos y euforia.
No bajo la guardia, ni tiro la toalla,
con ojos bañados volviendo a buscarla,
y otra negativa...
Más mares enteros mojando la ruta
que me deja mudo hasta Buenos Aires.
Insistir, insito, hasta que desangre
o hasta que lo entienda,
que el amor a veces se llama dolor...
Y la valentía, esa de su nombre,
aflora mi pibe, esconde mi hombre,
y me vuelvo loco, otra vez...
más que nunca hoy, menos que mañana.
15.1.08
El amor no se mide,
el perdón no se acerca,
la vara con la que mide no es exacta.
No es su culpa, no hay culpables,
porque la flor más grande de mi jardín
no puede ver más allá de sus ojos tristes.
Porque no puede ver más allá de su corazón,
porque sus lágrimas fueron mías una vez,
y tampoco pude ver.
No quiere saber de que se trata,
no lo necesita ahora,
pero me marchita alma.
Su ausencia y la de su voz,
me clavan puñales en el pecho
Con cada no, con cada no quiero,
me muestra la valentía de su nombre,
pero mi mano necesita sentir la suya
llevándola al tobogán de ilusiones,
al sube y baja de la vida,
mirándonos otra vez cara a cara
pidiéndole que nunca lo olvide...
pase lo que pase.
Hoy me conformaría con saber
que lo sabe, que lo siente,
que sabe de mi amor incondicional,
eterno, impermeable, infinito,
que en su corazón tierno
hay una porción para mi...
aunque aún no tenga seis años.
boomp3.com
(Gracias Lore por el tema)
el perdón no se acerca,
la vara con la que mide no es exacta.
No es su culpa, no hay culpables,
porque la flor más grande de mi jardín
no puede ver más allá de sus ojos tristes.
Porque no puede ver más allá de su corazón,
porque sus lágrimas fueron mías una vez,
y tampoco pude ver.
No quiere saber de que se trata,
no lo necesita ahora,
pero me marchita alma.
Su ausencia y la de su voz,
me clavan puñales en el pecho
Con cada no, con cada no quiero,
me muestra la valentía de su nombre,
pero mi mano necesita sentir la suya
llevándola al tobogán de ilusiones,
al sube y baja de la vida,
mirándonos otra vez cara a cara
pidiéndole que nunca lo olvide...
pase lo que pase.
Hoy me conformaría con saber
que lo sabe, que lo siente,
que sabe de mi amor incondicional,
eterno, impermeable, infinito,
que en su corazón tierno
hay una porción para mi...
aunque aún no tenga seis años.
boomp3.com
(Gracias Lore por el tema)
7.1.08
Ni seco ni enfermo volví a visitarte,
Palermo, la casa del ocio haragán.
Burros que pasean, los que escolasean,
y el disco que siempre se hace desear.
Como en esta pista, que todos andamos,
y aunque favorito se puede rodar.
En la otra carrera, la que no se estudia,
siempre alguna yegua se manca al amar.
Por más que no juegues,
esas bocas rojas despiertan demencia,
y aunque cerradas se hacen escuchar.
De aquella época ya no queda nada,
hoy sólo la blanca y la rosa están,
no hay un Leguizamo, ni un Valdivieso,
ni el Vasco Lagoa con su radiolandia
amurado al Paddock
escuchando de reojo al Gordo Muñoz.
Don Jacinto Herrera me ayudó a empardar,
será por aquello
de mal con el cuore
que en alguna timba se puede ganar.
Y en esta aventura de irme de pingos
sin tener jocketa y ya doblando el codo,
ni alguna fija para despegar,
apostando todo en eso de amar,
rescataba al pibe sin mi Pellegrini
y casi sin querer... me largué a tararear.
Palermo, la casa del ocio haragán.
Burros que pasean, los que escolasean,
y el disco que siempre se hace desear.
Como en esta pista, que todos andamos,
y aunque favorito se puede rodar.
En la otra carrera, la que no se estudia,
siempre alguna yegua se manca al amar.
Por más que no juegues,
esas bocas rojas despiertan demencia,
y aunque cerradas se hacen escuchar.
De aquella época ya no queda nada,
hoy sólo la blanca y la rosa están,
no hay un Leguizamo, ni un Valdivieso,
ni el Vasco Lagoa con su radiolandia
amurado al Paddock
escuchando de reojo al Gordo Muñoz.
Don Jacinto Herrera me ayudó a empardar,
será por aquello
de mal con el cuore
que en alguna timba se puede ganar.
Y en esta aventura de irme de pingos
sin tener jocketa y ya doblando el codo,
ni alguna fija para despegar,
apostando todo en eso de amar,
rescataba al pibe sin mi Pellegrini
y casi sin querer... me largué a tararear.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)