
La angustia doméstica se quedó dormida,
mientras esta boca buscó compañía.
Y entre los festejos, del Uno y de mi,
tu cuerpo me dijo que no estaba muerto.
Cayó otra bandera, la última vez,
y arrasó con todo.
Pero ni el oscuro cielo, ni la noche fría,
pudieron borrar
el llanto triste del Pato,
ni el alegre del Pibe,
ni la aurora clara que ha vuelto a brillar.
Paso y repaso las fotos del alma.
Te veo y te escucho, más no puedo hallarte,
y la emoción del río te busca en la playa.
Por noches oscuras fue la más iluminada,
y depende del resto,
que pueda jugarme,
saber que fue aquella vez, o quien/que sos,
y que también esos días se vuelvan a dar
corriendo con pluma,
lo que he de extrañar.