23.8.06



Me fui con un amargo sabor de boca, como si me faltara algo. Quizá porque deseaba otro tipo de reunión, o de despedida, en otro lugar.

Quizá eso que me quedó en la boca es el deseo de haber besado la tuya, primer paso para seguir por tu cuello y bajar por tu cuerpo, deteniéndome en tus pechos, hasta morir entre tus piernas al punto en que me pidieras, me rogaras, me imploraras.
Puede que ese sabor amargo haya sido el liptus de la nada, o el de haberme quedado con ganas de todo.

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