Perdiendo por goleada no miro la hora,
me secó el sudor en forma de lágrima
y sigo corriendo en busca del gol.
El corazón se ensancha,
pero guarda esos temores.
De que el árbol crezca torcido,
que la manzana no caiga lejos del árbol,
de que un tilingo me afane
sus corazones de muñeca.
Por mas que me den la espalda
vuelvo corriendo a buscarlas
y no cedo, ni tiro el ancla,
apenas si me agazapo para tomar envión.
Porque el amor no se gasta,
ni se empeña, ni se alquila,
se gana con otro amor.
Recorro mi Baires tan desenfadada
probando que el tiempo no es tordo,
pero ayuda a curar.
Que el sol quema el cuero
pero no calienta el alma,
y que el marulo se enfría
pero no congela el bobo.
Porque puedo amar a dos,
y como yo, nadie en la puta vida.
Porque son una parte mía,
son lo mejor de mi...