24.8.06

Rara es la vida. Mucho tiempo había pasado desde que mi mamá me ayudaba a soplar las velitas de la torta de cumpleaños. Nos mirábamos, nos reíamos, cantábamos juntos el feliz cumpleaños y me daba a mi, el cumpleañero, la primera porción.
Treinta años después mi hijo, su nieto, la mira, se ríen, cantan el feliz cumpleaños y soplan juntos las velitas. El corta la torta y le da la primera porción.
Se llevan el doble de mi edad. Se portan igual. La vida pegó la vuelta. Rara la vida.

VII/II/MMV

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