23.7.07

Caía la noche,
lloraba el deseo y gritaba la angustia,
las penas se encarnaban,
se enquistaban en el pecho,
y el huracán se había llevado lo poco que había en mi cabeza.
Pero tu voz me dijo que estabas cerca,
que no habías perdido la memoria,
que te acordabas de mi.
Volvió la paz,
la tranquilidad,
y las estrellas subieron al cielo
dejándose ver lúdicas y sonrientes,
animando una larga pero ya no incómoda noche
donde tu mensaje te traia constantemente a mi.

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