23.7.07

La melanconlía de ya no ser,
o dejar de ser hasta nuevo aviso,
me atacó otra vez, pero no por sorpresa.
La estaba esperando, viene siempre.
Como en cada viaje,
cuando pego la vuelta y despierto,
y descubro que sigo siendo yo,
que terminó la magia,
que se termina la vuelta y no saqué la sortija.
Esta vez no me arrinconó.
Llegó despacio,
mientras yo esperaba otras cosas también,
y se sentó a mi lado hasta que me quedé dormido.
Me susurró al oído que ya no piense,
que disfrute lo vivido y me quede con eso,
y que no piense en una próxima vez.
Y mientras el sueño confundía su voz con tu recuerdo
y la esperanza de que me llames,
la Melancolía me aseguró que se quedaría conmigo todo el lunes.

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